Bienvenido.

Que gusto tenerte por aquí. Que gusto que me leas, adelante siéntate, estás en tu blog. Anda, ponte cómodo y dime si quieres algo de tomar mientras te escribo a las pupilas. ¿Un té, café o un vasito de agua? Te prometo traerlo sin cianuro, pura esplenda para que mueras de a poco.

Que grata sorpresa, no te esperaba. Estaba por salir pero por ti, cancelo todo, el trabajo puede esperar, cualquier persona aceptara una excusa y cualquier otro no merece tanta atención como tú.

Cuéntame cualquier cosa inútil que quieras mientras te veo con cara de esperanza fallida, con sonrisa de entre más hablas mejor me caes, anda cuéntame como te va en el trabajo, tu vida tan increíble como siempre y tu sonrisa de dos por uno que no esconde más que lo que todos saben pero nadie se atreve a decir. Cuéntame que yo te escucho mientras tu pretendes leerme.

Yo haré que te escucho, como siempre, mientras tú finges que me comunicas, porque hacer ruido y comunicar no es lo mismo, créeme. Date cuenta que sólo me río cuando tu lo haces, que nunca se me sale una media sonrisa si quiera. Fíjate como cuando me cuentas alguna tragedia en tu vida no se me dibuja ninguna sonrisa aún con el gusto que me da, eso querida, es que no te estoy escuchando de verdad. Porque efectivamente también hay una diferencia entre oír y escuchar.

Pero no te preocupes, como no lo has hecho otras tantas veces, tú sigue con lo tuyo.

Que gusto que pasaras por aquí, igual puedes regresar otro día con más calma y no me refiero a la tuya, que evidentemente es mucha. Es que vamos a ver, las personas de miras cortas son así, a veces tienen que usar anteojos para justificar que no alcanzan a ver más allá, pero no pasa nada, te entiendo. A estas alturas del partido –del tuyo por supuesto- ya estás viviendo tu más grande sueño y yo, sólo intento entrar a este escalón, pero cada quien mira hasta donde quiera mirar.

De verdad me dio mucho gusto que pasaras por aquí igual y así te das cuenta que la hipocresía se lee mal y difícil, que aunque hay a quien se le da de manera natural, hay otros a los que nos cuesta tanto que terminamos por decir que no era más que un ejemplo de lo que haces y que todos notan.

La hipocresía no es más que un veneno que actúa en contra de quien pretende usarlo con otros, así que cuidado, que lo malo contigo es que lo llevas en la sangre. No en un blog.